jueves, 5 de marzo de 2009

una mirada, una ilusión






Eran segundos.
De un vagón, a otro del sentido contrario.
A través de los cristales.
Durante la breve parada en la estación.
Cuando coincidían los trenes de diferente sentido.
Cuando encontraba la mirada adecuada.


Con la mirada fija en la de la otra persona.
Sin bajarla, sin moverla.
La manteníamos pupila en pupila.
Protegido de la insolencia por los cristales.
Imaginaba que deseaba lo mismo que yo.
Y creía ver en sus ojos que asentía.
Y soñaba con la felicidad.


Un silbato.
Ruido de puertas.
Deslizar lento del metro.
Perdiéndonos poco a poco.
Girando las miradas para eternizarlas.
Como despedida de ese efímero momento.
Que llegó por casualidad.
Que se fue.
Que jamás volverá.


El destino nos colocó frente a frente.
Y sin hablar, sin gesto alguno.
Me enamoraba.


¡Cuánta necesidad de amor he tenido siempre!
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En plan divertido, ved este corto:
:))
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8 comentarios:

  1. El destino no colocó frente a frente (...)
    Será?... nos colocó...

    La experiencia que narras la debemos haber tenido todos ¿todos?
    quizá no, quizás algunos somos más "soñadores".
    Besos y que disfrutes de un buen día -que lo hace- PAQUITA

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  2. Acabo de ver el corto. Digo que:
    llevada de muy poco romanticismo "en este cso" pensé que, puesto que ella abandona "a su suerte" el bolso durante todo el flirteo, él aprovecharía el "descuido" para "mangárselo" y salir "por pies". Hete aquí que, cuando se introduce ella en el vagón lo lleva al hombro ¿? ¿en qué momento lo cogió? ¿nos perdimos algo? y... ¿qué le escocía al muchacho?
    Los gestos de ambos... buenos. PAQUITA

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  3. ¡Cuántas veces se han cruzado miradas en el metro! Unas miradas que no saben nada del otro pero que coinciden en el tiempo y en el espacio. Y después no habrá nada, nada quedará de ese instante de lucidez, de chispa.

    Me encanta encontrarme las miradas en los vagones. Sólo así puedes conocer algo más sobre tu entorno en unas ciudadades tan deshumanizadas como las que tienen metro.

    Un abrazo.

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  4. Ufff, no me habré enamorado veces en el tren!!! jejeje
    Enamorarme de una mirada, de un gesto, de una ilusión....
    Adoro esa complicidad entre dos personas que se miran todas la mañanas coincidiendo siempre en el mismo vagón. No hacen falta palabras. Pero en torno a esa situación te creas una ilusión que, estoy segura, se rompería en el momento de profundizar...
    Nuestra imaginación siempre nos llevará a vivir unas experiencias "imaginarias" más placenteras que las reales....
    Besos Miguel.

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  5. Pues me ha gustado. Que bien llevadas las imágenes, son unas letras verdaderamente tiernas.

    Un saludo.

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  6. También me ha pasado.
    Muy buenas imágenes, un escrito muy bien tejido.

    Saludos! =)

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  7. Es poema tuyo? Porque como sea de un poeta laureado, ese "protejido" le da mil patadas al diccionario!! XD O eso, o el poeta era muy nacionalista y pone su jota (aragonesa) hasta en la sopa... (¿te imaginas una sopa de jotas aragonesas? Debe ser muy difícil de comer, seguro que no paran de moverse!)

    Bueno, que me voy por las ramas (esto me pasa por meterme en el blog de un macaco, se me pegan las ganas de trepar :P), que menos ensoñación y menos enamoramientos banales y más quererse a uno mismo, que es lo que se necesita y lo que más ayuda. ¡Que amar a alguien que no se quiere así mismo es muy sufrido y poco gratificante!

    ¡Un beso!

    Posdata: es una experiencia muy común, lo entiendo, y creo que la poesía la describe a la perfección, en cuanto al análisis del poema se refiere, está muy bien, pero siendo casi filólogo, no te voy a aburrir con esas cosas, y voy directo al grano...¡como las gallinas! ;)

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  8. Bonito poema. La verdad es que viajar en transporte público, aunque tiene sus incovenientes, tiene sus cosas bonitas y su punto bohemio. Cuantas veces me habré montado en el autobús, porque Córdoba no tiene metro (por desgracia), y me habré puesto a pensar en cada una de las personas que iban en el mismo coche: cada una con su historia, su familia, sus amigos... como islotes en el océano. Es una pena que cada día se deshumanice más las ciudades. Nos cruzamos y ni nos saludamos...

    Un besazo

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